
El daño causado por el abuso sexual, va mas alla de las secuelas físicas. Es mas, no es un daño, singular. Son daños, plurales. Daños que se ramifican, que parten camino, que crecen en los rincones mas oscuros de la psiquis. Daños que perduran, que se calcifican, fosilizan. Que asisten a modificar personalidad, espiritualidad, hábitos, y compulsiones. Son como una tierra impactada, de-oxigenada, con suma necesidad de ser arada, para ser liberada, sanada. Pero no te equivoques. Esta clase de tierra olvidada, con la correcta compasión y cuidado, hace crecer los arboles mas fuertes, las flores mas preciosas. Una flora fuerte por el poder concentrado de décadas de sufrimiento y sobreviviencia.
Ana Montero
Psicoterapéuta Contemplativa, especializada en la sanacion de abuso sexual infantil entre otros.