A veces la vida es como un océano revuelto en el que nos encontramos sin saber por que. Tratamos en vano de avanzar, de nadar y llegar a la orilla para descansar y creernos salvados.
Pero la Salvación se encuentra solo en el momento. En ese momento del va y viene, del respiro limpio, del dejarse ir. Del no pelear en contra la corriente y quizás nadar paralelo a la orilla.
La victoria se mide, no al llegar a la orilla.
Se mide en cada segundo que respiramos y estamos conscientes de que respiramos.
Y también se mide, en medio todo el miedo e incertidumbre, en encontrar lo bello del mar y en el placer que nos da con sus apasionadas caricias.
Maravillemonos hoy, de nuestra capacidad para flotar.
Con amor,
Ana Montero.
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