Hoy fui a recoger mi DNI en el Consulado de Peru en Toronto. Y mientras esperaba que apareciera alguien que atienda en la ventanilla (es un lugar muy pequeño), llegó una pareja de esposos que deseaban pedir la renovación del Pasaporte de la esposa urgentemente. Su madre había fallecido ayer y mañana era el entierro.
Al llegar un trabajador (que era un hombre mayor) a atender, le cedí mi puesto a la señora y ella le informó que su madre había muerto y que ya había hablado por teléfono con una señora en el Consulado quien sabia que necesitaba viajar hoy mismo a Peru. El hombre, como respuesta, le respondió bruscamente, que el que daba las renovaciones era el y no ninguna mujer y que espere su turno!
La mujer avergonzada se fue a sentar junto a su esposo que estaba muy molesto y que le decía a su esposa: » A esta gente no les importa nada!»…..
Sentada al frente de ella, le dije que de la manera que el hombre le había hablado era inaceptable y que sentía mucho saber de la muerte de su madre. La mujer comenzó a llorar y a contarme sobre su mamá. Como hace solo 14 días, su mama había estado en Toronto, compartiendo el Día de La Madre con ella y su familia y como la habian pasado tan bien. Le pregunté como había muerto su madre y me dio un lujo de detalles sobre su muerte. Entre ellos, que de un momento a otro no pudo respirar bien y que había sido una muerte rápida en un hospital.
Ya que su pasaporte era antiguo había la posibilidad que no pueda viajar hoy y como que el entierro es mañana, le pregunté si su familia podría entender si no puede viajar. Me dijo que si, su familia la entendería. Nos sonreímos.
El hombre de la ventanilla, mas amable ahora (asumo que había oido nuestra conversación) me llamó y me dió mi DNI. Volteé hacia la señora que ahora estaba parada al lado mio esperando su turno calmadamente, y nos miramos a los ojos, quería decirle que la relación con su madre no habia terminado, y que nunca terminaría. Que podría seguir amándola y contando con ella a su gusto. Que es responsabilidad de los vivos, cuidar de los muertos.
Pero solo extendí mi mano y le dije que sentia mucho la muerte de su madre y que esperaba que pueda viajar a Peru hoy en la noche.
Ella extendió su brazo y agarró el mio. Y estuvimos alli, conscientemente agarradas de brazos por unos momentos. Y de alguna manera, ese gesto fue mas intimo que el abrazo mas largo del mundo.
Ana Montero
Instructora de Meditación Mindfulness y Terapista Contemplativa.
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